Los acontecimientos que se van sucediendo en nuestra vida, por lo general pueden hacer que nuestra mirada se dirija a veces hacia atrás, tratando de recordar por qué sucedieron, o qué deberíamos haber hecho para cambiarlas, siendo que ningún suceso acontecido, puede ser corregido en el presente.
El tiempo pasado es por ejemplo, aquel en que el lector ha terminado de leer esta frase. Allí quedó para ser releída tal vez en un futuro, pero formando parte de nuestra historia, de los hechos acontecidos, de los conocimientos adquiridos. En realidad ese momento se esfumó tan pronto como lo vivimos, y ya no puede ser mejorado o modificado. Si por leer estas frases desatendimos otros temas, ya no es posible imaginarse que hubiese pasado si hubiese sido diferente. "Ya fue", dicen los adolescentes en su jerga. Sin embargo, cuántas son las veces en las que nos quedamos pegados a situaciones, pensamientos, privándonos por tanto de tomar consciencia de lo que estamos haciendo en ese momento preciso. Dejamos de disfrutar, dejamos de sentir, dejamos de agradecer todo aquello que se nos brinda cada día. Y lo más importante de todo, nos privamos de tener proyectos para el futuro. Es cierto que en cierto modo somos hacedores de nuestro destino. Y que la armonía en nuestro ser se consigue cuando sabemos hacia dónde caminar, con un propósito determinado.
Que luego el destino nos lleve de un lado al otro haciéndonos tambalear para realizar un aprendizaje antes de alcanzar la meta, es parte del juego de la vida. Pero no hay duda de que quien no tiene hacia donde ir, tendrá menos probabilidades de alcanzar una larga vida, ya que la motivación es justamente lo que la prolonga.
Es por ese motivo que cada uno tiene como obligación para consigo mismo sacudir de sus hombros el pasado y emprender el camino hacia adelante, si desea crecer.Caminar con paso firme, pero mirando alrededor a cada instante, sabiendo disfrutar de el crujir de nuestros pasos, del color del cielo, del sol sobre el rostro, y particularmente aprendiendo de lo que nos enseñó el tiempo transcurrido.
Volcar la mirada hacia un nuevo despertar, es la tarea que nos toca a partir de este momento a todos los habitantes de este globo. El comienzo de un nuevo siglo debería significar un continuar la existencia con una nueva conciencia: la de comprender la tarea que nos toca desempeñar en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestra propia vida. Comprender que cerramos un capítulo pero que se abren muchos más. Que no empezamos una nueva vida el primer día del año sino el día que decidimos tomar las riendas de nuestra vida. Por cierto un nuevo milenio es una excelente excusa para replantearnos muchas cosas y dejar atrás lo que ya está en desuso, no obstante no podemos llegar a pensar que una fecha que cambie transformará nuestra vida. Sólo es un buen momento para que quien lo decida pueda levantar su frente y decirse a sí mismo: "allá voy, por fin he despertado de un largo sueño" (¡cuántos de nosotros vivimos o hemos vivido como la bella durmiente, esperando el príncipe que nos saque de nuestro letargo, si ver que el despertar era nuestra responsabilidad).
Deseo con esta entrada, incitar a todas aquellas personas que sientan que muchas cosas les han quedado pendientes en lo que va de sus años, a que, miren dentro de su corazón y de su alma, y de allí tomen el impulso para renovarse, mejorarse y alzando la mirada al cielo, conecten todo su ser a esa fuerza infinita que traera la respuesta a todos sus interrogantes, y les permita dar el siguiente paso.